Un día como hoy, pero en el año 2002, el mundo fue testigo de un evento astronómico de gran magnitud: la entrada y explosión de un meteorito sobre el mar Mediterráneo, un fenómeno natural que dejó perplejos a expertos y observadores en varias regiones de Europa y África.
El meteorito ingresó a la atmósfera terrestre con una potencia estimada similar a la de la bomba atómica lanzada sobre Nagasaki en 1945, generando una explosión en el aire que pudo ser observada desde países como Grecia, Libia e Italia. Afortunadamente, al desintegrarse sobre el mar, el suceso no provocó daños humanos ni materiales, pero sí dejó una profunda impresión en la comunidad científica y en quienes fueron testigos del evento.
A 22 años de este impresionante suceso, expertos en astronomía y ciencias planetarias siguen analizando su relevancia como recordatorio de la importancia de monitorear objetos cercanos a la Tierra y de reforzar la investigación sobre cómo prepararnos ante posibles impactos de mayor riesgo.
El evento del 6 de junio de 2002 es una muestra más de la fuerza e imprevisibilidad del universo, y una oportunidad para continuar fomentando la cultura científica y el conocimiento sobre los fenómenos naturales que nos rodean.